Me propongo plantear preguntas que nos acerquen a una comprensión más acabada del existir de un sujeto padeciente que acude con sus síntomas, engaños y desamparo. El Síntoma es uno de los actores principales en el escenario de la experiencia de análisis. A través de él, sabemos del sufrimiento de nuestros neuróticos. Es una manera disfrazada de satisfacción pulsional, un cuerpo ajeno y a la vez familiar. Tan próximo como un otro que vive con él y en él. Máscara, que encubre un deseo inconsciente siempre en conexión con el otro. Sobre el Engaño. Es el que través del síntoma nos guía y nos desorienta; alega por su decir encubridor y desencubridor, por el develamiento o no del síntoma y su verdad. En fin se expresa de forma paradojal, contradictoria, entrampante y en convivencia con el hermano síntoma. El paciente quiere y no quiere saber en la medida que se engaña, se disfraza en un registro imaginario e inconsciente. El Desamparo como efecto de sus engaños, búsquedas, dudas en su decir, donde se hace visible el Desamparo, que lo hace acudir al otro, el lugar del analista.

El lenguaje, las palabras (lapsus, chistes, silencios) vehiculizan resistencias, anhelos, fantasmas, pasajes al acto, fobias, angustia y objetos de deseo, que enmarcan lo particular de cada experiencia analítica. Las significaciones, nuevas o no, las revelaciones que se enmarcan en la dupla analista y analizante, la transferencia y la resistencia que se anudan, pudiendo cualquiera de los dos partenaires ocupar el lugar del discurso del analista, de la histeria, del amo y del universitario. Me interesa abordar en este recorrido la noción del ser, y su problemática articulación con la realización del deseo,  la  noción del principio de realidad, y  del principio de contradicción. Así como, proponerlo a la discusión, por el lugar fundante que tiene en la experiencia.